¿Qué hay más grande que la espera
cuando se sabe que esa espera termina en dicha plena?
Recuerdo la cuaresma que vivía
cuando niño. No había videos, foros, páginas web, etc... Y solo nos
consolábamos mirando fotografías, estudiando una y otra vez ese desgastado
itinerario que aguantaba mis impulsos pueriles y alegraba la espera. Ahora todo
es distinto, solo hace falta un click de ratón para ver cualquier cofradía del
día y de donde sea.
De la cuaresma infantil pasamos a
la de la juventud donde intentaba estar en todos los actos y lugares posibles.
Ahora en la madurez y asentado en la mesa de oficiales de nuestra Cofradía,
todo es distinto. Igual, en el sentido del empuje y las ganas, pero distinto.
Pero, como dice un hermano de nuestra hermandad, ¿qué hay más bonito que la
cuaresma?
Te esperaré siempre. Es lo que Tú
y yo habíamos pactado, lo que nos susurramos, suavemente, en el oído. Yo te
esperaré en el mismo lugar, quizás esperando que pase lo de hace unos días o lo
de hace un año, pero esta vez será todo distinto. Amanecerá un miércoles santo,
otra vez, y el cielo será de un azul radiante; me estarán esperando la túnica
nazarena de color azul y el color intenso de las rosas rojas de nuestro paso.
Fotografía cortesía de Huelva24.com |
Buscaré ese día en el lugar donde
siempre nos encontramos, percibiré el olor a cera por esa plaza. Te buscaré en
el silencio de la noche.
Pienso que te encontraré en aquel día donde un día nos
despedimos.
Tendré tantas cosas que contarte…
todo lo que me haya sucedido durante el último año, Tu de sobras lo sabes,
cuantos ruegos, cuantas peticiones…
¿Sabes una cosa? En estos
momentos un recuerdo de esperanza me inunda y me hace pensar en los que
verdaderamente sufren, en los que no pueden verte porque se lo impide una cama
de hospital, o simplemente, porque todavía no te conocen.
Para verte solo tengo que cerrar
los ojos y podría estar esperándote 365 días más, ya que habitas en mi corazón.
Te esperaré siempre y en esta
vida donde todo es tan cambiante y a la misma vez es igual que siempre, te
encontraré donde siempre nos encontramos: María Santísima Madre de Gracia.
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